Ante la situación que estamos viviendo con motivo del coronavirus, que está afectando al conjunto de la población española, desde APRAMP queremos señalar lo siguiente:
- Las mujeres víctimas de trata y explotación sexual están viviendo una dramática situación pues, una vez más, vuelven a ser las excluidas de las excluidas. No figuran en los registros oficiales de afectadas por la enfermedad, tienen dificultad para acceder a los servicios médicos, sufren mayor violencia y aumentan su deuda.
- Desde la aprobación del Real Decreto el pasado 14 de marzo, por el que se establecían las medidas de confinamiento, APRAMP ha llevado a cabo un seguimiento de la situación de las mujeres y para ello ha contactado telefónicamente con 419 mujeres procedentes de Murcia, Madrid, Almería, Salamanca, Badajoz y Asturias, donde tenemos delegaciones.
- Se ha contactado con 13 zonas abiertas (zonas industriales y polígonos), 36 espacios cerrados (clubs situados en autovías y carreteras) y 122 zonas invisibles (pisos donde las mujeres son prostituidas). El 80 por ciento de los pisos siguen en activo, un 15 por ciento han cerrado y un 5 por ciento se ha activado. Además, en un 25 por ciento de los casos no se ha podido establecer contacto telefónico porque los proxenetas lo han impedido.
- En cuanto a la atención prestada, el 85 por ciento es sanitaria, el 10 por ciento social y el 5 por ciento jurídica.
- Si atendemos a la nacionalidad, la más numerosa es la Colombiana (40 por ciento), seguida de República Dominicana (10 por ciento), seguida de Paraguay, Rumanía y Venezuela con el 8 por ciento, España con el 6 por ciento y después Cuba, Honduras, Marruecos, Perú y Uruguay.
- Estas cifras reflejan una realidad: se mantiene la demanda por parte de los puteros y no sólo eso, hay un aumento de la violencia que se ejerce contra estas mujeres. Además, cuando se cierran los negocios o los cuerpos no se encuentran sanos estas mujeres se convierten en mercancía de desecho.
- Asimismo, cabe destacar las consecuencias que el Coronavirus está teniendo entre las mujeres prostituidas. Muchas de ellas están en situación administrativa irregular y no tienen acceso al sistema público de salud por lo que, ante una situación como la actual, no conocen sus derechos en caso de enfermar (unido a la dificultad con el lenguaje que tienen muchas de ellas).
- Muchas no notifican los síntomas que tienen, y tienen miedo de salir a la calle por si son detenidas e identificadas como inmigrantes irregulares, lo que podría suponerles un decreto de expulsión o una multa, que vendría a aumentar la deuda que tienen con el proxeneta. Hay que recordar que se encuentran en pisos y clubs y tienen que pagar una cantidad diaria por permanecer allí, así como por la manutención, de forma que la deuda aumenta día a día.
- En otras ocasiones permanecen en los clubs o pisos sin medidas de aislamiento, con el consiguiente riesgo de contagio, otras son expulsadas por sus caseros de las habitaciones que tenían arrendadas, y a ello se suma la falta de alimentos y de productos básicos de higiene (compresas, pasta de dientes….)
- Estas son las consecuencias inmediatas del Coronavirus en estas mujeres, pero no hay que olvidar las que vendrán a medio/largo plazo, como la vuelta a la prostitución ante la falta de trabajo en sectores como la hostelería, comercio, servicio doméstico o atención a las personas con dependencia. Todo el trabajo que conlleva dotar a estas mujeres de las herramientas para abandonar la prostitución y la espiral de violencia se pueden ir al traste de un plumazo si, una vez más, desde los poderes públicos se olvidan de las personas más vulnerables.
- Esta situación es especialmente grave en laComunidad de Madrid, donde el virus está atacando con más fuerza y la situación de vulnerabilidad de estas mujeres es aún mayor e incrementa día a día. Es por ello prioritaria la prestación de servicios socio sanitarios a las mujeres víctimas de trata y explotación en esta región.
Finalmente, desde APRAMP queremos insistir una vez más en que
el oficio más antiguo del mundo no es la prostitución,
sino mirar hacia otro lado, porque nadie se ofrece para ser esclava.